Todas las normativas, con mucho más énfasis las NIAs, coinciden en establecer un amplio abanico de cuestionarios orientados a la estimación y documentación de aquellos aspectos que pueden influir en la idea que el auditor puede hacerse de ellos y de cómo estos pueden influir en el alcance de su trabajo.
Los riesgos de esta naturaleza son los denominados: Inherente y de Control. Y estos riesgos tienen la particularidad de que sólo pueden ser estimados por el auditor, sin que sea posible incidir sobre ellos (al menos en el ejercicio que se está auditando).
Otro riesgo es el denominado de Detección. Normalmente se expresa desglosado en sus dos componentes: riesgo Analítico y riesgo de Muestreo o Pruebas Sustantivas. Tales riesgos sí que pueden ser controlados por el auditor mediante el volumen y alcance de sus pruebas de tal naturaleza.
Por otro lado, siempre el auditor debe expresar el riesgo de Auditoría, es decir aquel al que está sujeta su opinión con independencia de cómo llegue a ella. Y como complemento del riesgo se expresa indirectamente la confianza que se pretende alcanzar.
Cuando el auditor no va a utilizar modelos matemáticos para condicionar todo o parte de su trabajo, etiquetas como “Alto”, “Medio”, “Bajo” nos sirven como indicadores del riesgo y su evaluación se resume sólo en una función descriptiva y documental. Sin embargo, cuando el auditor quiere usar un modelo de riesgos para implementar modelos matemáticos que le ayuden a soportar objetivamente parte de sus conclusiones de orden cuantitativo, entonces es necesario que los calificativos “Alto”, “Medio” y “Bajo” puedan traducirse en valores con los que poder realizar cálculos, por ejemplo, en la determinación de tamaños de muestra para ciertas pruebas.
En DATEV Audit, la determinación de riesgos globales de un encargo de auditoría, se lleva a cabo en la pestaña: Riesgos del encargo